Presiona ENTER para ver los resultados o ESC para cancelar.

Vera Cartonera

Entrevista a Analía Gerbaudo

Nano-intervenciones culturales: entre la teoría y la experiencia

Instituto del Desarrollo Humano, UNGS

Algunos meses atrás, en abril de este año, conversamos con Analía Gerbaudo en el marco del ciclo de entrevistas que desarrollamos desde la Diplomatura en Mediación Cultural: Literatura, Artes Escénicas, Visuales y Audiovisuales de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS).1

Analía Gerbaudo es doctora en Letras, investigadora del CONICET y profesora en la Universidad Nacional del Litoral (UNL) en la ciudad de Santa Fe. Fundó el Centro de Investigaciones Teórico-Literarias desde el cual realiza diversas actividades de investigación, formación y extensión, entre las que se encuentra el proyecto editorial Vera Cartonera.

Nuestro intercambio tuvo como punto de partida la pregunta por el significado de “nano-intervención”, un término que Analía usa para nombrar distintas acciones llevadas adelante en los proyectos que dirige. Toma este concepto de otra autora: una filósofa estadounidense llamada Avital Ronell, a quien escuchó por primera vez usar este término años atrás durante un congreso celebrado en 2008 titulado Derrida político. El prefijo nano proviene de las ciencias llamadas “duras”; y el gesto de Ronell de usarlo metafóricamente desde la filosofía había generado ciertas resistencias entre el público asistente al congreso. Gerbaudo destacó una expresión de Ronell: “Me gustan las carreteras perdidas, no las centrales”. Este desplazamiento le interesó por la escala que atraviesa el concepto; importa su potencia para dar cuenta de fenómenos imperceptibles a simple vista. De ahí que le parezca apropiado para pensar las intervenciones o fantasías de intervención que tenemos en relación con la extensión y la enseñanza, así como los efectos que provocamos en aquellos a quienes las destinamos. Parafraseando un concepto desarrollado por Derrida que nos invita a preguntarnos qué es eso que generamos con nuestras prácticas, Analía señala: “yo puedo enseñar, pero quienes deciden son los otros”. 

¿Qué entendés, entonces, por “mediación cultural? 

Hace un par de años tuvimos una discusión cuando lanzamos el proyecto Vera Cartonera, que se propone producir libros de cartón a muy bajo costo, con un cartón que le compramos al Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE). Para pensar la mediación, intervención o extensión -que son términos muy vecinos- me sirvió partir de la resistencia que estas ideas generaron en mi propia universidad. Siempre me moviliza el rechazo, en todos los órdenes, del plano académico. El sociólogo Pierre Bourdieu señala que el campo académico se parece más a un partido de rugby que a algo tranquilo. Me pareció entonces que ese rechazo ofrecía una situación propicia para intentar revisar estos conceptos. Así sacamos un libro que está disponible en acceso abierto: Nano-Intervenciones con la literatura y otras formas del arte (2017).2 Me gustó ese libro coral que recoge una diversidad de voces sobre ese problema porque me parece que puede dar una respuesta mucho más rica de la que yo puedo balbucear definiendo algo. ¡Ahora estamos haciendo otro! Uno que reacciona ante lo que se cree necesario revisar en el propio espacio de actuación, que no necesariamente es lo mismo que se tiene que revisar en otros espacios.

Hablanos un poco de tu mirada acerca de los distintos proyectos de editoriales cartoneras de nuestro país y esa gran red solidaria de intercambio y colaboración que las une. 

Para nosotros, para todo el equipo, es fundamental antes de lanzarnos a hacer un proyecto estar formados. Entonces, si íbamos a hacer un proyecto cartonero, primero quisimos estudiar el proyecto de Eloisa Cartonera3 y luego el proyecto de La Sofía Cartonera4 y después otro proyecto de la ciudad de Rosario: Rita Cartonera5. Cecilia Pacella, directora de La Sofía, participó de la publicación de ese libro en el que yo discutía los conceptos de mediación e intervención.6 Para la gente que trabaja conmigo, porque los convenzo de eso, la teoría no se opone a la práctica sino que la enriquece. Teoría se opone a dogma o a la afirmación no reflexionada. Lejos de oponerse a la práctica, la teoría permite complejizar el modo de entender la práctica. Hay un conjunto de cuestiones en relación a la formación -en términos personales, yo encontré esa formación en la universidad pública- que me permitieron pensar con mayor libertad. No con ‘toda la libertad’ porque eso también es una utopía.

Equipo editorial Vera Cartonera
Equipo editorial Vera Cartonera

Es interesante la continuidad en la elección de nombres femeninos para las editoriales cartoneras. Eloísa Cartonera fue pionera en ofrecer a las y los cartoneros el pago a un precio diferencial por este material, una impronta que las demás editoriales cartoneras siguieron con gran compromiso. Eloisa también fue el germen de un movimiento de editoriales cartoneras que se multiplicaron a nivel global desde los años 2000 en adelante, ¿qué otros podrías nombrar?

El proyecto de Washington Cucurto es uno de los movimientos mundiales más importantes que se producen en la edición. Es el único proyecto editorial latinoamericano que genera este movimiento sur-norte. Es decir, las editoriales cartoneras son una invención de Cucurto, quien tiene una biografía por demás interesante. Se puede pensar -como pensaría Bourdieu- en una revolución simbólica en el campo editorial y otra en el campo literario. Al mismo tiempo Cucurto contribuye a revalorizar la figura del cartonero (más recientemente ha puesto en valor la producción agroecológica): después de la crisis de 2001, contribuye a reinstalar la lógica cooperativa, transforma la basura, el cartón recogido de la calle en tapa de un objeto artístico.

¿Cómo es la estructura de trabajo y el abordaje en la construcción de vínculos con la comunidad de Vera Cartonera?7

Para nosotros era muy importante que el vínculo con los cartoneros fuera muy cuidadoso. Funcionamos con un consejo que replica la estructura de la lógica universitaria: representantes de graduados así como de los estudiantes, directores de cada una de las colecciones, diferentes personas con otras tareas específicas y yo que dirijo la editorial. Así como ir al teatro o a la ópera, ir a una librería no es necesariamente una práctica que atraviese a todo el tejido social. Vera Cartonera desnaturaliza el acceso a la librería como si fuese algo dado, como si fuese una circulación socialmente expandida. No queríamos que nuestros libros funcionaran de modo ortodoxo, por eso los llevábamos a talleres y ferias populares, no a librerías. Era muy importante no dejar el libro únicamente en un lugar que naturalizamos como un espacio fácil de transitar para todos. Creo que eso es algo que para quienes trabajamos en enseñanza, en mediación de cualquier tipo, tendríamos que poder pensar siempre: desnaturalizar esas instancias. Por otro lado, es imposible no pensar el trabajo si no es en diálogo; un gran miedo es quedarse hablando solo. Me asusta la conversación ‘entre nos’. Antes de la pandemia, íbamos a las ferias, producíamos libros en las ferias con la gente. Cuando teníamos los recursos necesarios, se llevaban sus propios libros. De ese mismo modo también trabajamos en las escuelas: hacíamos libros con los chicos y después los libros quedaban en la biblioteca de la escuela. Es decir, un material que, de alguna manera, era de todos. Muchos de los cartoneros del MTE decían que nunca habían tenido un libro y que no se imaginaban que lo que ellos producían -los cartones- fueran a derivar en tapa de libro. Hablo en pasado porque hace un año que no estamos haciendo ese trabajo. 

¿Qué nuevos desafíos impuso el contexto de emergencia sanitaria en el curso del proyecto Vera Cartonera?

Con la pandemia nos preguntamos ‘¿y ahora qué hacemos?’ porque nuestro proyecto era otro. Le dimos una vuelta para que no sea solo un proyecto de extensión, sino también un proyecto para que nuestros estudiantes tengan buenos libros y baratos, porque el objeto libro tampoco es un objeto de fácil acceso para nuestros universitarios hoy. Siempre intentamos que los autores busquen un tono intermedio entre lo académico y lo no tan académico. Publicamos los libros en una página web que creamos8 y hasta que termine la pandemia vamos a seguir con este funcionamiento. 

Producciones del equipo editorial Vera Cartonera
Producciones del equipo editorial Vera Cartonera

¿Cómo surgió el proyecto Tras las Huellas de Mandrágora?9 ¿Continúa activo?

Yo había ingresado a CONICET en 2006 y pensaba que para ir a un congreso a Buenos Aires o a La Plata tenía que tener un determinado currículum. Para ayudarme a salir de ese lugar, personas que no conocía personalmente pero que luego fueron directores de equipos en los que me integré (pienso en Miguel Dalmaroni) me impulsaron a que saliera de la provincia. Por ejemplo, entre otros lugares, me llevaron a Tucumán. Ahí conocí a Rossana Nofal.10 Con Rossana, vía la mediación de Miguel, habíamos generado una amistad previa, por mail. En Tucumán me encontré en el medio de un congreso de teoría y memoria donde además, entre otras cuestiones, Rossana presentó algo que aparentemente no tenía que ver con estos temas. Se trataba del proyecto Mandrágora. Sin caer en el concepto de asistencialismo, Rossana desarmaba todos mis lugares comunes, esos desde donde hasta entonces yo pensaba la extensión. Por ejemplo, decía que los materiales elegidos para ese trabajo que hacía tienen que ser los más lindos, los mejores: los lápices tienen que ser los Faber,11 repetía. Presencié sus prácticas en varias ocasiones y cuando volví a Santa Fe, lo primero que hicimos fue copiarlas. Tras las huellas de la mandrágora fue una copia absoluta de lo que vimos en Tucumán: espacios de talleres en diferentes barrios de la ciudad. Algo que Rossana hacía desde 1996 y en 2006 empezamos a hacer acá. Fijate cómo inicialmente nuestros proyectos surgen porque copiamos a otros. ¡Copiar en el mejor sentido del término! Es decir: queríamos ser Rossana Nofal y el equipo de Tucumán y después quisimos ser La Sofía Cartonera y también, en parte, la Eloisa de Cucurto. Lo digo siempre: se trata de la apropiación en sentido creativo. Con el tiempo, este proyecto quedó absorbido dentro del de Vera Cartonera. Siempre somos los mismos los que accionamos estos proyectos. 

¿Qué considerás que hay que tener en cuenta hoy para desarrollar un proyecto de mediación cultural?

Un proyecto tiene que ser muy cuidadoso, no caer en el exotismo y ser lo más honesto posible respecto de los objetivos que pretende cumplir. Creo que el aprendizaje más importante que hicimos fue cómo pensar sin exotizar ni caer en esa lógica tan peligrosa que es la del colonialismo. En la misma línea, apostar por un relato no heroico. Ese es un borde en el que la mediación, la extensión, corre el riesgo de caer: el relato autocomplaciente. Me parece que ayuda bastante, por el contrario, contar el obstáculo, contar lo que no salió en primera instancia, contar lo que no se entendió, lo que salió mal. Desconfío del relato cerrado, de la escena perfecta. Diría Derrida: “La buena conciencia del deber cumplido”, que es algo que no tengo (creo). Me cansa mucho la práctica demasiado segura y orgullosa de todo lo exitosa que es. Por eso, el libro que vamos a sacar ahora se llama Más allá de la anécdota: no solo porque queremos ir más allá del contar la práctica (me inspiró un libro publicado en UNGS que se llama justamente Basta de anécdotas) sino porque queremos hacer foco, también, en lo que sale mal. A veces los proyectos se presentan como una cosa épica, perfecta desde el comienzo, cuando la verdad es que por lo general se empieza a los tropezones. Para decirlo con María Victoria Rittiner Basaez, aprendí a encontrar “la belleza de las cosas que salen mal”.12

También es muy importante tomar en cuenta que muchas veces un proyecto surge porque uno está peleando contra algo o reaccionando contra algo que lo afecta, lo conmueve. Y uno lo hace desde donde puede: todos deberíamos leer los libros más autobiográficos de Bourdieu para pensar el lugar de nuestros “capitales” en nuestras biografías. Por eso me gusta tanto el nombre de la revista de ustedes: Umbral. “Umbral” es una categoría de Derrida, también es una categoría que retoma Ana María Camblong para pensar la alfabetización. Soy primera generación universitaria en mi familia y siempre pienso en cuánto me costó cruzar algunos umbrales: el umbral de mi pueblo de seis cuadras por nueve, el umbral de la universidad, el umbral de algunos espacios culturales que sentía demasiado ajenos para lo que era mi formación de referencia, mis capitales culturales. Hay un texto que le pedí a Gustavo Bombini que escribiera, se llama “Un relato pajuerano”.13 Bombini cuenta su experiencia de recién llegado a la capital de ese interior que era Mar del Plata. Su cuento vuelve sobre lo complejo que fue cruzar ese umbral, desde su costumbre a usar el pulovercito arriba del hombro -porque en Mar del Plata se usaba así-, a entender que él no era uno de los chicos del ‘Pelle’ o del Nacional Buenos Aires.14

Para dar cierre a nuestro intercambio, te invitamos a que compartas una escena de tu vida que identifiques como una escena de mediación cultural…

Es complejo porque implicaría una escena exitosa. Es una pregunta que capaz te podría responder mejor otro/a/e que yo misma. Aunque si me apurás un poco, tal vez podría reponer una escena de un taller. Casi una foto: los estudiantes mostrando sus libritos pintados en cartón. Libritos que eran libritos que no eran “sus” libritos: eran libros que iban a quedar en la biblioteca de la escuela. Se trataba de un curso con el que costaba mucho trabajar y mantener el orden mínimo y había mucha desconfianza de que funcionara el taller de la cartonera ahí, con esos estudiantes. Tengo la imagen muy presente del foco en la producción y el orgullo con que mostraban los libros para ser fotografiados con una producción propia.  La escena interroga también sobre cuánto sabemos nosotros/as/es de los otros/as/es a quienes destinamos nuestras prácticas. 

1 Registro audiovisual de la entrevista disponible en https://www.youtube.com/watch?v=ihHdhacmV98&list=PLHp98Rg2i2Ikw7waHJ6-JO09Hffk9UMg_

2 Enlace para acceder a la publicación: https://www.fhuc.unl.edu.ar/cedintel/wp-content/uploads/sites/16/2019/07/Nano_intervenciones.pdf

3 Para conocer más sobre Eloisa Cartonera, consultar http://www.eloisacartonera.com.ar/

4  Para conocer más sobre La Sofía Cartonera, pueden consultar https://ffyh.unc.edu.ar/lasofiacartonera/

5 Para conocer más sobre Rita Cartonera, pueden consultar http://grupoaccioncultural.com.ar/rita-cartonera/la-editorial

6 Gerbaudo se refiere a la publicación Nano-Intervenciones con la literatura y otras formas del arte, que se encuentra disponible en la página web de la editorial.

7 Vera Cartonera tiene la particularidad de ser una editorial de doble pertenencia institucional: la UNL y el CONICET. Por eso su catálogo incluye literatura, divulgación científica y cultural en diversos campos de las ciencias. En sus publicaciones encontramos una diversidad de contenidos que van desde traducciones y artículos de divulgación científica hasta recetas de cocina, poesía, críticas de cine y literatura para las infancias, entre otros. El trabajo editorial es llevado adelante por un equipo interdisciplinario, formado por estudiantes, profesores, escritores científicos, diseñadores, comunicadores sociales, traductores, periodistas y realizadores audiovisuales. Una de sus integrantes, Laura Esterli, es universitaria y representante estudiantil y también trabaja en el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE).

8 Página web de la editorial Vera Cartonera: https://www.fhuc.unl.edu.ar/veracartonera/

9 Para más información sobre este proyecto, consultar el artículo “Tras la huella de la mandrágora: una propuesta de intervención con la literatura en barrios de la ciudad de Santa Fe”, escrito por Pamela Bórtoli y Daniela Coniglio, que integra la publicación Nano-Intervenciones con la literatura y otras formas del arte (pp. 55-75)

10 Rossana Nofal es Doctora en Letras por la Universidad Nacional de Tucumán, donde se desempeña como investigadora. Fue, además, una de las fundadoras del Grupo Creativo Mandrágora.

11 En alusión a los lápices Faber-Castell.

12  La belleza de las cosas es el título del libro de María Victoria Rittiner Basaez, recientemente publicado por Vera cartonera, disponible en el su catálogo.

13 Este texto próximamente va a ser publicado por Vera Cartonera. Estará disponible en el su catálogo.

14 En alusión a la Escuela Superior de Comercio “Carlos Pellegrini” y al Colegio Nacional de Buenos Aires, ambos dependientes de la Universidad de Buenos Aires y ubicados en CABA.

Bibliografía

GERBAUDO, A. (2017) Nano-intervenciones con la literatura y otras formas de arte. Santa Fe: Universidad Nacional del Litoral. 

Redes de contacto de la Editorial Vera Cartonera

Página Web: www.fhuc.unl.edu.ar/veracartonera

Mail: cartoneravera@gmail.com

Instagram: @cartoneravera