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Nejo - Olvido

La construcción del yo en “Lección de cocina”, de Rosario Castellanos

Instituto del Desarrollo Humano, UNGS

Entre las décadas del sesenta y el setenta se desarrolla el fenómeno literario que se denominó boom latinoamericano. Este fenómeno tuvo lugar por razones tales como la masificación de la educación, lo que permitió mayor cantidad de público lector, el crecimiento de medios masivos de comunicación, como revistas y magazines, la implementación de Estados benefactores que propiciaban la formación de una masa obrera consumidora cultural. Sin embargo, como señala Ángel Rama, hay una razón que suele omitirse y es de vital importancia en el medio artístico y literario: los nuevos espacios abiertos por las vanguardias en relación a la producción de otro tipo de narrativas. 

[T]iende a presentar como exclusiva invención de los años sesenta lo que venía desarrollándose en las letras latinoamericanas desde la generación vanguardista de los veinte y nos dotó de una serie de narraciones que muestran búsquedas en cuyo cauce se asienta la producción reciente. (Rama, 1981: 75).

Este suceso suscita en los mercados internacionales el interés por una nueva narrativa latinoamericana, la cual se intentará caracterizar someramente en este artículo a través del análisis en el texto “Lección de cocina”, de Rosario Castellanos de la construcción de la subjetividad de estas voces en pugna por un espacio en el campo de la literatura. 

La nueva narrativa latinoamericana

Si bien el boom se destaca como la producción intelectual de una nueva narrativa en permanente búsqueda de la identidad latinoamericana y, en particular, de la identidad propia de cada país de la región, también es relevante el papel de la relación entre realidad, entendida como experiencia biográfica, y la ficción. La nueva narrativa latinoamericana sobresale por poder expresar a través de una construcción subjetiva ficcional una realidad social común: “La memoria que las generaciones pasadas no dejaron en el libro de la historia universal se imprime ahora, no como crónica sino como un sueño que puede lograrse”(Rama, 1981: 121). En este sentido, Castellanos retoma las tradiciones mexicanas y revela las contradicciones existentes tanto en relación a la subjetividad colonial como a la femenina en este contexto. Para ello se vale de recursos retóricos que podemos rastrear hasta la Respuesta a Sor Filotea, de Sor Juana Inés de la Cruz. En ella Sor Juana postula: “Si Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubiera escrito” y en la obra de Castellanos podemos observar cómo la autora realiza operaciones intelectuales filosóficas mientras cocina una carne al horno. Entonces cabe preguntarnos: ¿Cómo se construye un yo femenino en esta nueva realidad? ¿Qué relación se establece entre la emancipación territorial y la femenina? ¿Qué es lo latinoamericano en relación con el feminismo internacional? Como propone Josefina Ludmer en su lectura de Sor Juana y su utilización de las “tretas del débil”, podemos ubicar a Rosario Castellanos en la tradición de la voz femenina en Latinoamérica: por eso escribe desde “su” lugar, desde la cocina, el lugar socialmente asignado a su yo. Encontramos de este modo que no es una nueva narrativa en sí misma, sino que realmente estamos ante la oportunidad de apertura de un espacio de producción para voces que hasta ese momento se encontraban sumamente invisibilizadas.

La crítica literaria acerca del boom

La crítica especializada suele cuestionar en el boom la imposición del nuevo canon literario, junto con la marginación de otros géneros que también se producían en Latinoamérica debido a una consideración únicamente comercial, tanto como el afán de renovación impregnado de patrones importados. Sin embargo, Rama destaca, retomando a Brushwood, que el fenómeno resulta altamente productivo para la región. Incluso aunque fueran excluidos del nuevo canon se ven beneficiados a través del desarrollo de un mercado propio. Se empieza a leer literatura latinoamericana en Latinoamérica, además de Europa o Estados Unidos. Es decir, las producciones culturales de nuestros países comienzan a interrelacionarse, lo cual permite la profesionalización de los escritores y escritoras así como el nuevo concepto del escritor intelectual. En esta época la mayoría de los productores de literatura trabajaban en periodismo, pero a partir del boom se comienza a concebir la idea de que es posible vivir de la escritura de ficción. La anhelada autonomía del escritor que propugnaban las vanguardias se considera entonces una nueva realidad posible. No obstante, surgen nuevos problemas de la profesionalización de la escritura:

Por una parte el escritor profesional parece incapaz de abastecer permanentemente de novedades al público masivo, a pesar de su empeño por hacerlo, pues aún un escritor tan prolífico como Fuentes no parece que pueda acortar el ritmo de un libro cada dos años. (Rama, 1981: 96)

En este aspecto y en relación con el anterior podemos leer en “Lección de cocina” realmente una lección acerca de lo que significa ser mujer, trabajadora intelectual y latinoamericana. Seguidamente, veamos en dos pasajes cómo se plasma esa realidad:

Del mismo color teníamos la espalda, mi marido y yo, después de las orgiásticas asoleadas en las playas de Acapulco. Él podía darse el lujo de “portarse como quien es” y tenderse boca abajo para que no le rozara la piel dolorida. Pero yo, abnegada mujercita mexicana que nació como la paloma para el nido, sonreía a semejanza de Cuauhtémoc en el suplicio cuando dijo “mi lecho no es de rosas” y se volvió a callar. Boca arriba soportaba no sólo mi propio peso sino el de él encima del mío. La postura clásica para hacer el amor. Y gemía, de desgarramiento, de placer. El gemido clásico. Mitos, mitos. Lo mejor (para mis quemaduras, al menos) era cuando se quedaba dormido. Bajo la yema de mis dedos —no muy sensibles por el prolongado contacto con las teclas de la máquina de escribir— el nylon de mi camisón de desposada resbalaba en un fraudulento esfuerzo por parecer encaje. (Castellanos, 1974: 9)

Yo rumiaré, en silencio, mi rencor. Se me atribuyen las responsabilidades y las tareas de una criada para todo. He de mantener la casa impecable, la ropa lista, el ritmo de la alimentación infalible. Pero no se me paga ningún sueldo, no se me concede un día libre a la semana, no puedo cambiar de amo. Debo, por otra parte, contribuir al sostenimiento del hogar y he de desempeñar con eficacia un trabajo en el que el jefe exige y los compañeros conspiran y los subordinados odian. En mis ratos de ocio me transformo en una dama de sociedad que ofrece comidas y cenas a los amigos de su marido, que asiste a reuniones, que se abona a la ópera, que controla su peso, que renueva su guardarropa, que cuida la lozanía de su cutis, que se conserva atractiva, que está al tanto de los chismes, que se desvela y que madruga, que corre el riesgo mensual de la maternidad, que cree en las juntas nocturnas de ejecutivos, en los viajes de negocios y en la llegada de clientes imprevistos; que padece alucinaciones olfativas cuando percibe la emanación de perfumes franceses (diferentes de los que ella usa) de las camisas, de los pañuelos de su marido; que en sus noches solitarias se niega a pensar por qué o para qué tantos afanes y se prepara una bebida bien cargada y lee una novela policíaca con ese ánimo frágil de los convalecientes. (Castellanos, 1974: 13)

La perspectiva interseccional en la lectura diacrónica de las obras literarias

Podemos acordar con Brushwood en que, a pesar de que el éxito del boom en cuanto a prestigio y rédito económico siguiera en manos de varones, permite la expresión de otras voces. Si recordamos a Sor Juana, que también fue una intelectual que percibió remuneración por su producción cultural, y que sin embargo se veía compelida por las imposiciones sociales sobre su género, dos siglos más tarde Rosario Castellanos retoma su voz para enunciar que muchas de esas constricciones perviven en nuestras comunidades. Casi medio siglo después podemos encontrar aún en la realidad latinoamericana estas situaciones que las autoras presentan. Adoptar el enfoque interseccional para la crítica literaria puede resultar muy enriquecedor. Recordemos que esta categoría de análisis se desarrolló por los movimientos feministas contemporáneos a Castellanos, pero fue Kimberlé Crenshaw alrededor de 1989 quien definió el concepto como la forma en la cual la discriminación y las opresiones se entrecruzan en una persona y para la cual muchas veces el Derecho, tanto Civil como Penal no tiene respuestas certeras. Es interesante en este sentido retomar la crítica acerca del afán de renovación importado y plantearnos si la segunda y la tercera ola del feminismo que caracterizan esta época son una mera idea importada o responden al espíritu revolucionario que promueve los cambios internacionales a partir del germen de la Revolución Cubana. Y en este eje Castellanos nos deja bien claro que no es lo mismo ser mujer en Latinoamérica que en los países con concentración hegemónica del poder:

Para la siguiente película me gustaría que me encargaran otro papel. ¿Bruja blanca en una aldea salvaje? No, hoy no me siento inclinada ni al heroísmo ni al peligro. Más bien mujer famosa (diseñadora de modas o algo así), independiente y rica que vive sola en un apartamento en Nueva York, París o Londres. Sus affaires ocasionales la divierten pero no la alteran. No es sentimental. Después de una escena de ruptura enciende un cigarrillo y contempla el paisaje urbano a través de los grandes ventanales de su estudio. (Castellanos, 1974: 15)

La relevancia del contrapunteo

Por lo anteriormente expuesto entendemos a partir del concepto de  contrapunteo, formulado por Fernando Ortiz y retomado por Roberto Gonzalez Echevarría, que las relaciones coloniales no son unidireccionales, sino una disputa de poder entre culturas contradictorias, mediante la cual ambas se ven afectadas. Si bien la dominación cultural hegemónica tiene un carácter etno y euro centrista, es innegable la contribución de las colonias al desarrollo cultural mundial. Sin ir más lejos podemos citar la fascinación vanguardista de Artaud por la implementación de procedimientos importados de África y América Latina. Sin embargo, esta apropiación no tiene nada de novedoso, se estuvo realizando durante varios siglos de dominación y saqueo cultural, pero fundamentalmente económico. ¿Qué es, entonces, lo que se modifica a mediados del siglo XX? Como expusimos anteriormente la Revolución Cubana introduce en la comunidad mundial un cambio de paradigma que se traslada a distintas esferas sociales, por ejemplo podemos citar las protestas estudiantiles y sindicales del Mayo Francés o los movimientos estadounidenses que se pronuncian en contra de la guerra de Vietnam.  El resultado es un empoderamiento de la cultura latinoamericana, su legitimación y aceptación en los diversos campos sociales, en los que se incluye el literario. Sin embargo, debemos entenderlo como un punto de partida y no de llegada, nuevamente necesitamos adoptar para ello el enfoque interseccional, ya que no podemos perder de vista que estos logros no involucran a la totalidad de las subjetividades latinoamericanas. ¿Qué sucede y qué ha sucedido con las mujeres, las disidencias, las comunidades autóctonas, los habitantes de zonas rurales? ¿Podemos afirmar que en el boom se encuentran representadas culturalmente todas ellas ?

En conclusión, creemos que para el estudio y análisis crítico literario es necesario plantearnos perspectivas interseccionales, es decir, que para abordar el estudio de la construcción subjetiva literaria no basta con circunscribirlo a un cierto momento histórico o un fenómeno en particular, sino que la verdadera riqueza de la lectura y el reconocimiento de recursos retóricos están subsumidos en entramados de poder: no es posible realizar una lectura de obras marginadas por el nuevo canon literario que instauró el boom escindidas de este ámbito de producción, como no es posible negar que sin el nuevo espacio abierto por este fenómeno no hubiese sido factible alcanzar nuevos públicos lectores. Nos encontramos en el umbral, abramos más puertas para que las voces de todxs sean oídas.


La autora es estudiante del Profesorado Universitario de Educación Superior en Lengua y Literatura de la Universidad Nacional de General Sarmiento

Bibliografía citada:

CASTELLANOS , R. (1974) “Lecciones de cocina” en Álbum de familia. México, D.F, FCE – Fondo de Cultura Económica. Recuperado de https://elibro.net/es/ereader/ungs/109684 (2018).

CRENSHAW, K. (1991). “Mapping the Margins: Intersectionality, Identity Politics, and Violence against Women of Color”. Stanford Law Review, 43, 6.

ECHEVARRÍA, R. G. (2011). “El Contrapunteo y la literatura”, Actual Investigación, 37, 151-162.

LUDMER, J. (1984), “Tretas del débil” en P. González y E. Ortega (Comp.), La sartén por el mango. Puerto Rico: Huracán. 

SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ (2004) “Respuesta a Sor Filotea”, en  Obras completas. México: Fondo de Cultura Económica, Tomo I y IV.RAMA, A. (1981) “El boom en perspectiva” en Más allá del Boom. Literatura y mercado. México: Marcha.