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Jimeno Aelen

Aproximaciones a la definición de “héroe”

Instituto del Desarrollo Humano, UNGS

Introducción

Gilgamesh, Aquiles, Odiseo, Ajax, Héctor, Eneas, Prometeo, Edipo, Antígona, Electra, Kullervo, Manas, el Cid, Roldán, Sigfrido, Beowulf, Arturo, Yvain, Amadis, don Quijote y, más cercanos temporalmente, Superman, Batman, Iron-man y toda la lista de protagonistas de historietas, como así también próceres de la historia, personajes famosos, deportistas destacados, políticos, líderes revolucionarios o músicos. ¿Qué tienen en común los nombres enunciados en la enumeración anterior? En principio, que todos pueden ser categorizados de alguna manera bajo la etiqueta de héroe. Parecería un punto en común entre distintas comunidades humanas, a lo largo de la historia, erigir a personajes ilustres o excelsos como figuras modélicas, dignas de admiración.  

La cuestión del héroe y sus diferentes manifestaciones ha recibido abundante tratamiento teórico por parte de distintas disciplinas. Se la ha abordado desde la literatura, el cine, el psicoanálisis, la antropología o la sociología, por nombrar algunas. Sería extremadamente difícil y excede el propósito de este trabajo hacer una reconstrucción exhaustiva de todos los abordajes que se han realizado sobre la figura heroica. Por eso, proponemos un breve recorrido donde se plantee un panorama general sobre algunas de las formas de aproximación al concepto. La idea es aportar un material divulgativo que sirva como un primer acercamiento al trabajo con la noción de “héroe”.

Primer acercamiento: definiciones de diccionario

El hilo conductor que atraviesa todo este texto es pensar qué es un héroe y cómo podemos abordar esta categoría. Como primera instancia, un lugar común, al momento de proponer una definición, es volver sobre la etimología de la palabra. Si nos remitimos al Breve diccionario etimológico de la lengua castellana de Joan Corominas, encontraremos que bajo la voz “héroe” se recoge el origen proveniente del latín heros, a su vez tomado del griego ἥρως (heros), que tendría el sentido de “semidiós” o “jefe militar épico”. Como podemos ver, el sentido originario de la palabra es bastante acotado. Bajo la primera definición, ni las divinidades ni los humanos podrían ser considerados héroes, pues la condición definitoria sería la naturaleza intermedia entre lo divino y lo humano. Por otro lado, podría parecer que la segunda acepción abre un poco el panorama para incluir diferentes figuras, pues recoge el sentido de “jefe militar”, pero se debe advertir la presencia del calificativo “épico”. Esto implica que no refiere a cualquier jefe militar, sino solo a aquel propio del mundo de la épica, circunscribiendo así este sentido al ámbito de un género literario específico. 

Otra posibilidad para comenzar a trabajar la categoría héroe es volver sobre la definición del diccionario de la Real Academia Española. Bajo la entrada “héroe” se recogen las  siguientes definiciones: persona que realiza una acción muy abnegada en beneficio de una causa noble; persona ilustre y famosa por sus hazañas o virtudes; personaje destacado que actúa de una manera valerosa y arriesgada, en un poema o relato; protagonista de una obra de ficción; persona a la que alguien convierte en objeto de su especial admiración; en la mitología antigua, hombre nacido de un dios o una diosa y de un ser humano, por lo cual era considerado más que hombre y menos que dios; por ejemplo, Hércules, Aquiles, Eneas, etc. Como podemos notar, en el uso actual de la palabra aún perviven los sentidos originarios del término, solo que conviviendo con una mayor amplitud de usos posibles. La heterogeneidad de significados presente en la definición demuestra la diversidad de formas en que hoy puede utilizarse el término “héroe”, por eso la enumeración inicial podría incluir nombres tan dispares como Gilgamesh y el Che Guevara. Esto implica que ante la pregunta de qué es un héroe encontremos múltiples respuestas posibles, más que propuestas acabadas. A grandes rasgos, podríamos pensar al héroe no como una figura rígida, sino como un sistema abierto de motivos recurrentes que cada comunidad, en relación a su época y contexto, dota de los valores que considera ideales en tensión con los aspectos materiales de la condición humana. El héroe es un vehículo de las creencias de una comunidad. 

Los abordajes teóricos

Una tercera posibilidad de trabajo con la definición es volver sobre los abordajes teóricos que se han realizado. Es importante destacar que una dificultad para realizar una aproximación a la noción de “héroe” la encontramos en la diversidad de modos de trabajar esta categoría.  Dentro de la bibliografía teórica que ha abordado el estudio de la figura heroica, notaremos como punto en común la utilización de metodología comparatista, variando los criterios usados para delimitar el corpus seleccionado. Los autores suelen trabajar con textos diversos que pueden ir, cronológicamente, desde la epopeya de Gilgamesh hasta novelas o figuras contemporáneas. Geográficamente, la elección dependerá de si estudian la construcción de significados en una región en particular o si trabajan la figura heroica abstracta como una constante de todas las sociedades. Por lo tanto, por el lado de la metodología utilizada nos encontramos ante un espectro de posibilidades amplísimo. Sin embargo, es posible identificar en los textos algunas tendencias claras en relación al tipo de análisis: por lo general, buscan delimitar o definir los rasgos/atributos del héroe y explorar las funciones sociales que subyacen en la figura heroica. 

Uno de los primeros aportes a la delimitación de los rasgos heroicos lo encontramos en el trabajo de Lord Raglan, quien en The Hero (1937) realiza un análisis funcional del mito heroico con la finalidad de esquematizar “patrones” que permitan describir la historia de cada héroe.1 A la vez, uno de los primero trabajos que buscó profundizar en las funciones sociales que subyacen en la figura heroica es el de Thomas Carlyle, quien en Tratado de los héroes de su culto y de lo heroico en la historia (1938) consideró la relación entre el culto a los héroes y el devenir histórico. Para Carlyle, cada época podrá tener un héroe, entendiendo a estas figuras como “Grandes individualidades” que expresan una “Gran verdad”. Así, toma figuras tan dispares como Odín, Mahoma, Shakespeare, Lutero, Rousseau o Napoleón para establecer correspondencias con distintos períodos en el desarrollo de las sociedades. Para este autor, el rasgo sobresaliente de la figura heroica es la capacidad de ver las cosas como son y vislumbrar la “verdad distintiva” de los hechos. Se debe destacar que esta lectura es marcadamente romántica y metodológicamente no ahonda en causas socioeconómicas que permitan dar cuenta de las relaciones que establece en los distintos contextos, cada héroe en el esquema carlyleano es un “individuo-genio”, una singularidad frente a las masas, que tracciona el motor de la historia. 

En la búsqueda de rasgos característicos o atributos de la figura heroica, merece una mención especial, por su relevancia, el trabajo de Cecil Bowra en su libro Heroic Poetry (1961). Con respecto a la definición de la categoría “héroe”, el autor señala que “un héroe difiere de otros hombres en el grado de sus poderes. En la mayor parte de la poesía heroica, estos son específicamente humanos, aun cuando son llevados más allá de los límites de lo humano” (1961: 1). Para Bowra, la admiración que despierta el héroe se debe a la posibilidad de constituir nuevos modelos de valores en base a cualidades que todos tenemos. Lo interesante de la propuesta de Bowra es que, a diferencia de sus predecesores, logra proponer un esquema de características que tienen una correspondencia con la etapa de desarrollo humano de una comunidad. No son “individuos-genios”, como para Carlyle, sino personajes que concretan en el plano narrativo la perspectiva de las aspiraciones de un pueblo. De allí se explica el rasgo “específicamente humano” presente en diversas figuras: la poesía heroica surgiría en un momento de las sociedades en que se valora la capacidad de acción para concretar hazañas guerreras que permitan afianzar una nación.2

Complementariamente, un trabajo más reciente que trabaja los rasgos característicos del modelo heroico es el de Hugo Bauzá. En su libro El mito del héroe (1998) destaca otro criterio:

al margen de la superioridad en tal o cual empresa, lo que el mundo antiguo —y el moderno— más han valorado en los héroes es el móvil ético de su acción, fundado éste en un principio de solidaridad y justicia social, y es por esa circunstancia que los han tomado como modelo y han tratado, en consecuencia, de emular sus acciones” (2007: 5).

La afirmación de Bauzá retoma el rasgo modélico del héroe presente en Bowra, aportando un matiz transgresor a la figura heroica. El héroe tiene la capacidad de traspasar los límites impuestos por la sociedad, de allí su propensión al viaje y las aventuras en territorios peligrosos, pero se debe advertir que el carácter transgresor corresponde a la restitución de un orden, “ordenar un mundo desarmónico” según Bauzá. También, el autor retoma el carácter específicamente humano del héroe y, además de destacar la importancia de la areté (excelencia, virtud) de sus acciones como modelos a imitar, remarca la voluntad del esfuerzo y la condición ambigua como rasgos constitutivos del modelo heroico. El héroe suele tener un origen divino o estar vinculado de alguna manera con los favores de una divinidad, pero sin dejar de ser hombre, por eso en su figura se conjugan de manera ambigua aspectos ordinarios y extraordinarios, mortales e inmortales. 

Otros autores que podemos mencionar por su trabajo sobre el héroe son Arnold Hauser, George Dumézil, Jean Marcel Paquette, Ernest Curtius, Otto Rank, Carl Jung o Joseph Campbell, por ejemplo. Explorar sus propuestas excede el propósito de este texto, pero no podemos dejar de realizar un breve comentario para el lector interesado en el tema. 

En Historia social de la literatura y del arte (1951), Arnold Hauser realiza una reconstrucción de la historia del arte en clave sociológica. Aunque en su extensa obra no se dedique específicamente al abordaje de la figura heroica, sí le da lugar en algunos capítulos a entender la concepción del héroe en la Grecia clásica. Por otro lado, Paquette en su artículo “La epopeya”, de 1988, esboza una definición de la epopeya atendiendo a las condiciones materiales de las comunidades que condicionan la realización del relato heroico; el texto de Paquette profundiza en la relación propuesta de Bowra de pensar la relación entre relatos heroicos y condiciones de las comunidades, pues afirma que estos grandes relatos épicos son la concreción simbólica en una narración de los procesos expansivos de territorios de diferentes naciones.

Por su parte, George Dumézil, de manera más acotada, trabaja solo las estructuras simbólicas arcaicas de los pueblos indoeuropeos. En su propuesta, el mito del héroe se estructura de manera tripartita en función de poder expresar simbólicamente el orden social de la comunidad. La división en tres se establece en correspondencia con los tres grupos de actividades más relevantes para la visión en común de las comunidades primitivas indoeuropeas: sacerdotes, guerreros y cultivadores. 

Por último, Curtius en Literatura europea y Edad Media latina (1948) dedica un capítulo a pensar el desarrollo del modelo heroico en relación al tópico “fortitudo et sapientia” (sabiduría y fuerza). El origen de este tópico se puede rastrear en la epopeya homérica en el contraste entre la impulsividad de la juventud (Aquiles) y la experimentada sabiduría de los viejos (Néstor). A lo largo de la historia el par “valor” y “sabiduría” ha visto abundantes reelaboraciones y se ha constituido en un lugar común sobre qué aspectos del ideal heroico destacan los relatos, el coraje y la fuerza guerrera o la sabiduría y la capacidad de aconsejar correctamente a sus hombres.  

Carl Jung, Otto Rank y Joseph Campell merecen un comentario aparte, pues son los autores más relevantes que desde el psicoanálisis realizaron una interpretación del modelo heroico. La idea general que subyace en sus propuestas es remitir al héroe al ámbito del mito para pensar procesos psicológicos. Jung trabaja la noción de arquetipo, formas mentales recurrentes cuya presencia no puede explicarse por aspectos particulares individuales, sino que parecerían ser formas innatas y heredadas por la mente humana. Otto Rank en El mito del nacimiento del héroe (1909) examina al héroe como una proyección de los deseos personales, pues advierte que los mitos son creados por adultos mediante la regresión a “fantasías de la infancia”: por lo tanto, el héroe se constituye a partir de la historia infantil de quienes elaboran el mito. Rank realiza un análisis pormenorizado de quince figuras míticas de distintas culturas (Moisés, Edipo, Paris, Teseo, Gilgamesh, Heracles, Jesús, entre otras), distinguiendo los rasgos comunes presentes en el episodio mítico del nacimiento. Por su parte, Campbell analiza la aventura heroica esquematizando una secuencia típica de acciones que permite entender la función del arquetipo heroico en el desarrollo de la psiquis. Cada comunidad sueña a su héroe a partir del material común del mito, y en las dificultades que cada héroe enfrenta se conjugan los problemas no resueltos de la organización social. Para el autor, cada relato heroico explora la posibilidad de superación de una condición, tanto a nivel individual como a nivel social, pues el camino común de la aventura del héroe respondería a una herencia psicológica común humana y ayudaría a entender la influencia de las construcciones simbólicas inconscientes en la psique. Todo itinerario mitológico del héroe encuentra su correlato en una fórmula ritual iniciática común: separación-iniciación-retorno (análoga al proceso de katábasis “descenso”- anábasis “ascenso”),3 todo relato del viaje heroico puede pensarse como una manifestación particular de un único mito, el “monomito”, según Campbell. Las propuestas psicoanalíticas pueden ser una puerta de entrada útil al trabajo con la noción de “héroe”; aunque realizan esquematizaciones de rasgos, advierten que las categorías no son extremadamente rígidas, por lo que hay que considerar la especificidad de cada relato. Sin embargo, dado que su marco teórico es el psicoanálisis, por su metodología pueden pecar en proponer lecturas anacrónicas que desconozcan rasgos del contexto de difusión de cada relato heroico. Si bien es una herramienta útil para establecer comparaciones entre distintos héroes, no debe olvidarse que cada figura se encuentra estrechamente vinculada a las comunidades que los erigen como tales. 

Conclusión

Nos hemos propuesto realizar un panorama general de algunos modos posibles de aproximación al estudio del concepto de “héroe”. Consideramos que el texto puede ser una herramienta útil, tanto como un primer acercamiento al concepto, como para dar a conocer diferentes perspectivas.

Para concluir, podemos destacar que los abordajes teóricos sobre la figura heroica no dan respuestas cerradas a la preguntas de qué es un héroe, más bien contribuyen a delimitar el concepto y aportan herramientas para pensar la diversidad de sentidos que encarna. El héroe es una figura modélica que se constituye como vehículo de los principales valores de una comunidad, pero también es mucho más, puesto que cada figura heroica se encuentra inmersa en un contexto que produce determinado tipo de relatos. Por tanto, de la figura heroica encontraremos tantas manifestaciones posibles como contextos que hayan erigido un personaje singular como estandarte del grupo. Parecería que, de modo análogo al mito, el héroe también vive en variantes: de ahí la dificultad de aportar a la cuestión una respuesta cerrada.

Notas:

1 Algunos de los patrones propuestos por Raglan son: “la madre del héroe es una virgen de sangre real”; “su padre es un rey”; “las circunstancias de su nacimiento son inusuales”; “se le adjudica ser hijo de un dios” (1949: 178).

2 En la propuesta Bowra, existiría una etapa anterior al surgimiento de la poesía heroica que se correponde con aquellos relatos donde los personajes son eminentemente magos o tienen poderes mágicos. Estas historias darían cuenta de sociedades donde las figuras centrales son los chamanes.

3 “El héroe inicia su aventura desde el mundo de todos los días hacia una región de prodigios sobrenaturales, se enfrenta con fuerzas fabulosas y gana una victoria decisiva; el héroe regresa de su misteriosa aventura con la fuerza de otorgar dones a sus hermanos.” (Campbell, 1959: 35)


El autor es graduado del Profesorado Universitario de Educación Superior en Lengua y Literatura de la Universidad Nacional de General Sarmiento

Bibliografía

BAUZÁ, Hugo F. (2007). El mito del héroe: Morfología y semántica de la figura heroica. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica. 

BOWRA, Cecil. (1961). “The Hero” en Heroic Poetry, London, MacMillan, 1961 [Trad. castellana de la cátedra Lit. Europea Medieval, FFyL, UBA]

CAMPBELL, Joseph. (1959 [1949]) El héroe de las mil caras Psicoanálisis del mito, México, Fondo de Cultura Económica.

CARLYLE, Tomás. (1841 [1938]). Tratado de los héroes de su culto y de lo heroico en la historia. Barcelona, Luis Miracle.

COROMINAS, Joan. (1987). Breve diccionario de la lengua castellana. Madrid, Gredos.

CURTIUS, Ernst R. (1955 [1948]). Literatura europea y Edad media latina, España, Fondo de Cultura Económica.

DUMÉZIL Georges (2016). Mito y epopeya I. La ideología de las tres funciones en las epopeyas de los pueblos indoeuropeos, México: Fondo de Cultura Económica.

GERBER, Clea. 2018. “Épica y epopeya” en Géneros, procedimientos, contextos: conceptos de uso frecuente en los estudios literarios. Los Polvorines, Universidad Nacional de General Sarmiento. 

HAUSER, Arnold, (1978 [1951]). Historia social de la literatura y del arte. Madrid, Guadarrama. 

LORD RAGLAN, (1949 [1935]). The hero a study in tradition, myth and drama. Londres, The Thinker´s Library.

PAQUETTE, J-M. (1988). “L“épopée” en Typologie des sources du Moyen Age occidental. Fasc. 49, Brepols, Turnhout, Bélgica, [Trad. castellana de la cátedra Lit. Europea Medieval, FFyL, UBA].

RANK, Otto (1961 [1909]). El mito del nacimiento del héroe (traducción de E. A. Loedel), Buenos Aires: Paidós.

REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.4 en línea]. https://dle.rae.es.