Presiona ENTER para ver los resultados o ESC para cancelar.

Imaginarios

Sordini - Geología de la mirada
Lucía Sordini. Geología de la mirada
Somos por los otros

Somos cinco personas entre millones de personas que hoy miran el atardecer detrás de una ventana.

Mamá cocina con papá y cuchichean sobre la cantidad de fallecidos en el día por el virus, como si hablaran de la cantidad de harina que resulta necesaria para hacer las tortas fritas; mis hermanos y yo vemos memes sobre la pandemia... Aprendimos a reír sin dejar de sentir el dolor ajeno por aquellos que pierden a un ser querido. Hablamos, inventamos juegos, jugamos a las cartas.

“El respiro de la tierra, hijo” dice papá cuando busco una respuesta rápida para todo lo que está pasando. Una respuesta más alta, más poética quizá.

Pienso que no se puede predecir el futuro, saber lo que será del mundo luego. Habrá que esperar y ver.. Pero sí podemos aprovechar para sentenciar, de una vez y para siempre, la importancia del lazo social (y la de un estado presente).
En tiempos donde nuestro pasado reciente elevaba la individualidad como única forma de existencia posible, el vendaval de una tragedia mundial nos obliga a repensar y recapitular. Somos por, gracias, y para los otros y si nos salvamos, nos salvamos todos o no se salva nadie. En el mientras tanto, nos toca prepararnos serenos hacia el futuro y que volver a la normalidad, palabra bastante usada en estos días, se convierta en mala palabra para la construcción de un nuevo lugar.

Posar nuestra
cabeza sobre el
pecho del
mundo
y que su respiración nos
lleve hacia un tiempo
devenido mejor.

Gonzalo Montenegro
Lucía Sordini. La vecina de Villa del Parque
Lucía Sordini. La vecina de Villa del Parque
Reflexiones sobre el epidêmos del coronavirus: una cotidianeidad de encierro

Resultan inquietantes las infiltraciones de distintas vivencias globales que hemos recolectado desde la aparición de la pandemia del COVID-19 en nuestra cotidianeidad. Día tras día imágenes alarmantes son visualizadas alrededor del mundo: la de calles desoladas de las grandes urbes, una crisis económica mundial que siembra incertidumbres, un crecimiento en la tasa de mortalidad internacional, el desconcierto social por los contagios masivos y la difícil situación de encierro que transitamos por la cuarentena.

El avance de la tecnología ha sido también el descubrimiento de una fragilidad: el virus ha puesto en boga la situación que atraviesa una humanidad que se consideraba invencible y que actualmente está perpleja. La globalización nos envuelve con mantos de neurastenia porque existen factores que contribuyen a una mirada pesimista de la situación a partir de la cual el futuro mundial es incierto. Hemos sucumbido ante las circunstancias, la aldea global ha sido bombardeada por la epidemia y los optimistas por la cura están comenzando a perder la paciencia.

Pareciera que la única oportunidad para sentirnos inmunes al virus es practicar el distanciamiento social y la reclusión en nuestros hogares. En algún momento la cuarentena será un recuerdo. A pesar del encierro, debemos procurar el bienestar emocional como objetivo indispensable. Frente a las adversidades debemos ser agradecidos por las comodidades mínimas que poseemos desde nuestro entorno y practicar la paciencia como pieza clave del equilibrio diario.

Franco Pizzatti 
carta de agradecimiento
a Henrietta Leavitt

en esta tarde de lluvia en que el mundo
se reduce
a mi tres ambientes con patio
y cada uno desde su casa 
duda si el universo 
sigue existiendo, te escribo
Henrietta. quiero darte las gracias 
por tu trabajo mecánico, de mujer
en un mundo de varones
por dedicarte a
calcular 
calcular
calcular
por descubrir cómo brillan
las estrellas Cefeidas:
iluminan
se apagan
de manera predecible
iluminan
se apagan
a intervalos regulares
iluminan
se apagan

una epifanía: por vos fue factible 
calcular distancias
relativas 
absolutas
entre las estrellas y nosotros 
entre las estrellas y las estrellas
entre nosotros y lo otro

no sabés, una de estas 
estrellas mojón
que descubriste permitió 
a tus jefes, años
después de tu muerte, revelar
que Andrómeda no es una nebulosa
un cúmulo de estrellas y gas
sino una galaxia 
una gran galaxia con su jerarquía
y su orden y así
con la distancia
pasamos a concebir este
nuestro universo
lleno de galaxias

gracias a vos, Henrietta, que moriste 
ignota en el silencio
de tu sordera
y dejaste unos libros
una mesa una silla una cama y un atril
por toda herencia
gracias a vos, hoy me tranquiliza 
saber que hay mucho más que lo que veo
allá afuera

Nina Jäger
Lucía Sordini. Literaria
Lucía Sordini. Literaria
Ayer fuimos otra cosa

Ayer fuimos otra cosa, 
distinta, plástica, artificial.
Habitamos otros mundos.

Un trabajador recuerda sus años de belleza absoluta,
como dejó ir al amor de su vida
mientras el tabaco se desvanece en humo espeso.

El trabajador es pobre y escribe los versos más hermosos
que leemos en la hostilidad de la soledad.

Pienso hondo: ayer fuimos otra cosa, distinta
Pero igual de hermosa.

Diego Domínguez

Pienso que esto de imaginar
Empezó por allá en aquel campo
En el que jugábamos los tres
A ver en las estrellas naves
Espaciales
En el pasar horas completas
Escuchándote hablar de historias
fantasmas Y de espíritus del mar
 Creo que todo arrancó en ese hueco
Atemporal en el que tres generaciones
De artistas compartíamos pasiones
Y cuando digo artistas me refiero
Al modo que tenían ustedes
de ver la vida
Me parece que se guardan los sueños
En aquellas artesanías que vendías
Por dos mangos
O en ese tallercito con olor
A tiempo antiguo donde me mostrabas
Con paciencia legendaria el arte
Antiquísimo de tallar a mano
Me parece que la genética
Un poco nos condena
A seguir una línea algo
Trazada a fuego vivo
Es la única explicación cuerda
Que le encuentro a esta forma
Un poco rota de ver los días
Y a este corazón un poco lento
Creo que todo empezó ahí
En una casucha con techo
De chapa. Con el olor del mar
Sintiéndose fuerte
Entonces se trató de seguir jugando
Entre generaciones y de traer un poco
Del pasado al presente que nos tocó
Se trató del mar, del cielo y de la casucha
Se trató de escribir para no olvidarlos
Al final se trata de escribir por ustedes y por mí.

Xenia Abad

Lucía Sordini. Amarillecer
Lucía Sordini. Amarillecer
En una abertura de sténopé

¿Encontraría a Sabrina? Tantas veces me había bastado asomarme por el recodo de Corrientes y 9 de Julio, en la hora pico, atestadas ambas avenidas de transeúntes, para reconocer su silueta recortada frente a las luces de neón.  

Cumplíamos el ritual silencioso de las compras, la ceremonia secreta de dividir las tareas, la pesquisa solícita de mis guantes, mis blusas, tus pantalones, tus medias…

Sabíamos que había que sacudir fuerte los hombros cuando la otra llevaba el corazón sobre un ancla en las mañanas y el pitido constante de la alarma no paraba. Que salíamos a charlar con doña Estela si preguntaba por la amiga de Sabrina que vivía con ella en ese monoambiente, porque era sabido que las ocas no decían misa ni el caracol embestía al gato. Que siempre le decíamos a tu madre que hacía nada más cinco meses nos mudamos juntas, de las canteras sin auroras, y que era cuestión de tiempo para buscar otros lugares, cuando hacía dos años compartíamos lecho y sal y espuma. Que me contaste a media voz “Aquí en mi jaula estoy con mi jauría famélica”, algo así como “me divorcié dos veces, pero mi último ex no deja de amenazarme y venir a mi casa y golpearme y ya no sé qué hacer”. Que el escaso nutrimiento de mi carne no sirve de sustento a la voracidad en agonía frente a tu idolatría con aquel primer amor de la juventud.

Esa madrugada esperé en la ciudad sin sueño, una dos tres horas junto al teléfono. 

Me dijiste, tantas veces, que haber perdido ese embarazo de 22 semanas había arruinado su matrimonio, y que tampoco sabían, que no se ve tu piel de áspera lija y horribles cicatrices, que te arrojaste tres veces de la escalera e ingeriste pastillas para acelerar el proceso. Que los deseos de conformar una trayectoria de vida mutua se había difuminado como la estela de vapor que salía por tu boca cuando me hablabas bajito por las calles heladas de Belgrano en invierno, ni el humo ni el pavor ni la neblina.

Me dijiste, tantas veces, cuántos segundos infinitos dura el zumbar del silencio, cuando le contaste a la tía Eréndira, dueña de la casa donde estaban parando, que toda pesadumbre se desvanece en cenital rotonda, porque tu esposo había cometido adulterio, y ella replicó “Leve es la tierra” algo así como “Los hombres son hombres. Una se tiene que acostumbrar”, y tus ojos en torno hacían la ronda y cantaban a su perfil y la redonda circunferencia de su cara, y añadiste con la nostalgia trémula “Norma que agita igual carne y lucero”, algo así como “Pero fue con otro hombre, tía”, y a contraluz de luna limonera, que su más bella vertical depura, se empeña y grita y vocea, y los echó a patadas a los dos.

Esa mañana que volviste te esperaba la brisa enhiesta, insoportable inercia. Cuando a las 10.25 se paraban las radias, abriste la puerta, sonaron los goznes, cruzaste el umbral.

Me contaste que en el tropiezo de los cangrejales encontraron el cuerpo de una Natalia Natalia con ojos dorados como cervatillos de ojos pringosos. Que en los galeones de la Bahia de Tortuga un pordiosero halló la bolsa de residuos por la cual se escapaba una pierna pálida como bailarina en su última función con un tocado de plumas arruinando el latrocinio suntuoso de los comensales. Que quemaron los párpados y el nacimiento de las cejas, pero no arruinaron siquiera un pliego de seda. 

Tengo para mí tus labios de brasas de fuego y el lento caracol de las babas de tus huecos, y la pupila trémula de los ojos más puros que un cielo y el sonido de tus pulmones sorbiendo en lentas aspiraciones y el latir de tus pulsos como secretas esponjas de las axilas y la superficie quemada de tus tostadas y la fotografía que tomé en la Bahia de las Gatas cuando gatillé el operator a través de una delicada abertura de sténopé y así capturaba el mundo en un puño, y ella era ese mundo y tengo también para mí la concreción fría de esos recuerdos en una lámina a color que tiene tus ojos y tu pelo y tu boca y tus hoyuelos pero no tiene tu perfume, ni tus tazas tibias de té rojo, ni el champú que se te pega al cuello.

Esperaba que no olvidaras, que en uno de los rayos del ocaso, nos proyectamos en los miedos de cada una. Te sentí entre los dedos como la arena, y tu respiración era el arrullo del viento entre las hojas de los árboles. Esa tarde nos morimos un poco. Qué lástima que no dejamos nada para seguir agonizando en los brazos de la otra.

Fátima Abigail Argüello
Lucía Sordini. ParaFedeconamorLu
Lucía Sordini. ParaFedeconamorLu

Por este umbral, se cruzan los imaginarios de

Lucía Sordini

Soy graduada de la Licenciatura en Cultura y Lenguajes Artísticos por la UNGS. Exploro la técnica del collage (tanto digital como con recortes de papel) combinando fotos y dibujos propios con imágenes de archivo. En Instagram: @lusordini

Gonzalo Montenegro

Nací en Grand Bourg y vivo en Muñiz. Estudio para ser profesor de Lengua y Literatura en la UNGS. En la actualidad preparo la publicación de mi primer libro de poemas por la editorial Patronus. Formo parte del colectivo de la revista Descolonizadx, donde publico reseñas, crónicas y poemas.

Franco Pizzatti

Soy estudiante del Profesorado Universitario en Lengua y Literatura por la UNGS. Apasionado por la cultura y sus modos de expresión, como también por el estudio de mecanismos comunicativos.

Nina Jäger

Soy Licenciada y Profesora en Letras por la UBA, Especialista en Literatura Infantil y Juvenil por la UNSAM y docente en la escuela secundaria de la UNGS. El poema que se publica en este número de la revista forma parte de mi poemario inédito, Por toda herencia.

Diego Dominguez

Soy estudiante del Profesorado de Lengua y Literatura en la UNGS. Formo parte de la revista literaria Descolonizadx y publiqué el fanzine “Lo que golpea los cuerpos” (2019) y la plaqueta poética “El paraíso de los dinosaurios” (2020). Vivo en km 30.

Xenia Abad

Estudio Lengua y literatura en la UNGS. Publiqué por primera vez mis poemas en +Poesía. En la actualidad formo parte del Colectivo Descolonizadx.

Fátima Abigail Argüello

Soy estudiante avanzada del Profesorado Universitario de Educación Superior en Lengua y Literatura de la UNGS. Investigo las relaciones intermediales entre la literatura y el audiovisual en el marco del boom latinoamericano, con un análisis atravesado por la perspectiva de género.