“Lecturar”: la mediación lectora en la primera infancia
Instituto del Desarrollo Humano – UNGS
Resonancia conurbana en el 25 Foro Internacional por el Fomento del Libro y la Lectura
La pedagoga, escritora y editora argentina María Emilia López dictó en el Foro un taller acerca de la mediación lectora en la primera infancia, un período que abarca desde los 0 a los 6 años.
El campo de investigación sobre la lectura y escritura en el comienzo de la vida es un terreno que no está tan explorado. En las infancias tempranas, explica López, la lectura es un acto subjetivo interior y también exterior, es decir, el niño es un lector del mundo y la lectura le es funcional para construir sentidos y para comprender los hechos del mundo. La lectura es, entonces, un acto de emancipación; y para que dicho acto se lleve a cabo, es necesario ofrecerles a lxs niñxs herramientas que les posibiliten desarrollar sus habilidades lectoras.
La pedagoga propone una analogía entre la construcción psíquica de los seres humanos y el “equipaje” que cada unx lleva desde que nace. El equipaje está constituido por las relaciones intersubjetivas con el lenguaje, los libros, las mediaciones culturales. En este sentido, López dispara la pregunta: “¿Qué políticas educativas culturales permitirían construir un rico equipaje?”
Si antes les ofrecíamos a bebés y niñxs en edad temprana una oralidad mediada exclusivamente por el cuerpo, hoy, en la era en la que la tecnología avanza desmedidamente, López aduce que el lenguaje de intercambio se volvió “semihumano”, “semiaparato” y, en consecuencia, se originó cierta pérdida de empatía y de significados. Cuando el bebé nace, la única marca cultural que conoce es la voz de la mamá: “la voz, la cara sensible de la lengua”, refiere López. Por este motivo, la voz es altamente calmante para lxs bebés y lxs niñxs pequeños, y tiene una función esencial para establecer la conversación con ellxs y proveerles las primeras entradas lingüísticas.
Las personas no nacen con la noción del tiempo construida, para empezar a construirla es necesario ponerle palabras a lo que ocurre. Para ello, López sugiere la “envoltura narrativa”, es decir, producir un “baño” narrativo y lingüístico que tiene carácter de iniciación. De este modo, la lectura y la escritura –entendidas como parte del “equipaje” y del lenguaje– tienen un valor humanizante, vincular y afectivo.
Es dentro de esta línea –y en pos de enriquecer el “equipaje”– que López le da vida al término “lecturar”: concepto que define al conjunto de operaciones que se ponen en juego en el acompañamiento de lxs adultxs a lxs bebés en el proceso de leer. “Lecturar” es una relación estrecha y comprometida entre leer y amar; en términos de María López, es la “amorosidad pegada al acto de leer”.
Además de lecturar a lxs niñxs, también se puede lecturar a las familias, a lxs adultxs. La finalidad de este proceso es entramar una relación afectiva con la lectura, para que lxs niñxs adquieran y desarrollen las habilidades necesarias para aprender a leer no solo libros sino, también, el mundo. Que puedan leer para escuchar, para captar aquello que sin lectura se nos escapa. Y también que puedan apropiarse de la escritura y la perciban como “el lugar del misterio, del descubrimiento”, como acertadamente señala María Emilia López.
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